Mi Retiro
MI RETIRO
(A mi madre)
Por Dr. Jose Rizal
Octubre, 1895, Dapitan
Cabe anchurosa playa de fina y suave arena
y al pie de una montaña cubierta de verdor
planté mi choza humilde bajo arboleda amena,
buscando de los bosques en la quietud serena
reposo a mi cerebro, silencio a mi dolor.
Su techo es frágil nipa, su suelo débil caña,
sus vigas y columnas maderos sin labrar;
nada vale, por cierto, mi rústica cabaña;
mas duerme en el regazo de la eterna montaña,
y la canta y la arrulla noche y dÃa la mar.
Un afluente arroyuelo, que de la selva umbrÃa
desciende entre peñascos, la baña con amor,
y un chorro le regala por tosca cañerÃa
que en la callada noche es canto y melodÃa
y néctar cristalino del dÃa en el calor.
Si el cielo está sereno, mansa corre la fuente,
Su cÃtara invisible tañendo sin cesar;
pero vienen las lluvias, e impetuoso torrente
peñas y abismos salta, ronco, espumante, hirviente,
y se arroja rugiendo frenético hacia el mar.
Del perro los ladridos, de las aves trino
del kálaw la voz ronca solos se oyen allÃ:
no hay hombre vanidoso ni importuno vecino
que se imponga a mi mente, ni estorbo mi camino;
sólo tengo las selvas y el mar cerca de mÃ.
¡ El mar, el mar es todo! su masa soberana
los átomos me trae de mundos que lejos son
me alienta su sonrisa de lÃmpida mañana,
y cuando por la tarde mi fe resulta vana
encuentra en sus tristezas un eco el corazón.
¡ De noche es un arcano! … Su diáfano elemento
se cubre de millares, y millares de luz;
la brisa vaga fresca, reluce el firmamento,
las olas en suspiros cuentan al manso viento
historias que se pierden del tiempo en el capuz.
Diz que cuentan del mundo la primera alborada,
del sol el primer beso que su seno encendió,
cuando miles de seres surgieron de la nada,
y el abismo poblaron y la cima encumbrada
y doquiera su beso fecundante estampó.
Mas cuando en noche obscura los vientos se enfurecen
y las inquietas olas comienzan a agitar,
crusan el aire gritos que el ánimo estremecen,
coros, voces que rezan, lamentos que parecen
exhalar los que un tiempo se hundieron en el mar.
Entonces repercuten los montes de la altura,
los árboles se agitan de confÃn a confÃn;
aullan los ganados, retumba la espesura.
son espÃritus dicen que van a la llanura
llamadas por los muertos a fúnebre festÃn.
Silba, silba la noche, confusa, aterradora;
verdes, azules llamas en el mar vense arder;
mas la calma renace con la sonriente aurora
y pronto una atrevida barquilla pescadora
las fatigadas olas empieza a recorrer.
Asà pasan los dÃas en mi oscuro retiro,
desterrado del mundo donde un tiempo vivÃ,
de mi varia fortuna la Providencia admiro:
guijarro abandonado que al musgo sólo aspiro
para ocultar a todos el mundo que tengo en mÃ.
MY HAVEN
(To my mother)
An English translation
by Sir Edwin D. Bael, KCR
January 24, 2014, Taguig
By a spacious beach of fine and soft sand
and at the foot of a green-covered mountain
I put my humble hut under pleasant woodland,
seeking in the serene quietude of the forest stand
rest for my brain, silence for my pain.
Its roof is fragile nipa, its floor weak cane,
its beams and columns unworked wood;
worth nothing, really, my rustic cabin;
but it sleeps in the lap of the eternal mountain,
night and day the sea sings and soothes it good.
A tributary stream, that from the shady forest
descends amid boulders, bathing them with love,
and gives, by crude cane piping, a fountain blest,
that in the quiet night, song and melody vest
and in the heat of day, clear nectar from above.
If the sky is serene, the source smoothly runs,
its invisible zither incessantly strumming;
but come the rains, and impetuous torrent guns
o’er rocks and gaps: loud, foaming, boiling,
and throws itself to the sea frantically roaring.
The dog’s bark, the birds’ song and twitter,
the kalaw’s hoarse voice are all you hear there,
there is no conceited man nor annoying neighbor
who on my mind may impose, or on my way, hinder;
I only have the forests and the sea to me so near.
The sea, the sea is all! Its mass sovereign
brings me the atoms of worlds so far and foreign;
it inspires me with its limpid morning smile,
and when by afternoon my faith feels futile
the heart finds an echo in its sorrows utile.
By evening it’s a mystery! ... Its gossamer element
gets covered with thousands upon thousands of light;
the vague fresh breeze shimmers the firmament,
sighing, the waves narrate to the smooth wind of night
stories that in the dark were lost in time’s advent.
It has been told of the earth’s first dawning,
of the sun’s first kiss that inflamed her breasts,
when thousands of beings surged from nothing,
and populated the abyss and the lofty crests
and everywhere stamped by his fecund kissing.
And when in dark night the winds grow furious
and the restless waves start roiling in agitation,
screams cross the air rendering the soul tremulous:
refrains, praying voices, laments giving the impression
of exhaling those who one time sank in sea submersion .
Then the high mountains resonate and resound,
the trees thrash and shake from end to end;
the cattle low loudly, thickets echo every sound,
these are spirits saying to the plain they’re bound
called by the dead a funeral feast to attend.
The night screeches, shrieks; confusing, terrifying;
green, blue fires are seen in the sea burning;
but calm is born again with the dawn smiling
and very soon a small fishing vessel daring
the weary waves of the sea begins traversing.
So pass the days in my humble haven from ire,
banished from the world where once I lived,
of my varied fortune, the Providence I admire:
abandoned pebble, for the moss I only aspire
that the world in me, may by all be unperceived.
Vivo con los recuerdos de los que yo he amado
y oigo de vez en cuando sus nombres pronunciar:
unos están ya muertos, otros me han olvidado;
mas ¿que importa? Yo vivo pensando en lo pasado
y lo pasado nadie me puede arrebatar.
Él es un fiel amigo que nunca me desdora
que siempre alienta el alma cuando triste la ve,
que en mis noches de insomnio conmigo vela y ora
conmigo, y en mi destierro y en mi cabaña mora,
y cuando todos dudan sólo él me infunde fe.
Y la tengo, y yo espero que ha de brillar un dÃa
en que venza la Idea a la fuerza brutal,
que después de la lucha y la lenta agonÃa,
otra voz más sonora y más feliz que la mÃa
sabrá cantar entonces el cántico truinfal.
Veo brillar el cielo tan puro y refulgente
como cuando forjaba mi primera ilusión,
el mismo soplo siento besar mi mustia frente,
el mismo que encendÃa mi entusiasmo ferviente
y hacÃa hervir la sangre del joven corazón.
Yo respiro la brisa que acaso haya pasado
por los campos y rÃos de mi pueblo natal;
acaso me devuelve lo que antes le he confiado:
los besos, los suspiros de un ser idolatrado,
las dulces confidencias de un amor sin igual!
Al ver la misma luna, cual antes argentada,
la antigua melancolÃa siento en mi renacer;
despiertan mil recuerdos de amor y fe jurada …
un patio, una azotea, la playa, una enramada,
silencios y suspiros, rubores de placer …
Mariposa sedienta de la luz y de colores,
soñando en otros cielos y en más vasto pensil,
dejé, jóven apenas, mi patria y mis amores,
y errante por doquiera sin dudas, sin temores,
gasté en tierras extrañas de mi vida el abril.
Y después, cuando quise, golondrina cansada,
al nido de mis padres y a mi amor volver,
rugió fiera de pronto violenta turbonada:
vime rotas las alas, deshecha la morada,
la fe vendida a otros y ruinas por doquier.
Lanzado a una peña de la patria que adoro,
el porvenir destruÃdo, sin hogar, sin salud,
¡ venÃs a mà de nuevo! sueños de rosa y oro,
de toda mi existencia el único tesoro,
creencias de una sana, sincera juventud.
Ya no sóis como antes, llenas de fuego y vida
brindando mil coronas y la inmortalidad;
algo serias os hallo; mas vuestra faz querida
si ya no es tan risueña, si está descolorida
en cambio lleva el sello de la fidelidad.
Me ofrecéis, ¡oh ilusiones! la copa del consuelo,
y mis jovenes años a despertar venÃs! …
gracias a ti, tormenta; gracias, vientos del cielo,
que a buen hora supÃsteis cortar mi incierto vuelo,
para abatirme al seno de mi natal paÃs.
Cabe anchurosa playa de fina y suave arena
y al pie de una montaña cubierta de verdor,
hallé en mi patria asilo bajo arboleda amena,
y en sus umbrosos bosques, tranquilidad serena,
reposo a mi cerebro, silencio a mi dolor.
I live with the memories of those I have loved
and occasionally I hear their names pronouncing:
some are already dead; others have forgotten me;
but what does it matter? In the past I live thinking
and no one can take the past away from me.
He is a faithful friend who never tarnishes me
who when he sees me sad, inspires the soul always,
who, in my sleepless nights, joins my vigil and prays
with me, and in my exile and in my poor cabin stays,
and when all are in doubt, only he infuses faith in me.
And I have faith, and I hope it must shine one day
when the force of Idea conquers the brutality of force,
that after the struggle and the protracted agony,
a voice other than mine, more sonorous, more happy,
will know how to sing the triumphal song perforce.
I see the sky shine so pure and so brilliant,
just as when I forged my primary illusion;
I feel the same soft breath kiss my sad expression,
the same that set my fervent enthusiasm so radiant
and sent the young heart’s blood boiling and valiant.
I breathe the breeze that may perhaps have passed
through the fields and rivers of my town natal;
maybe it will return what to it I earlier confessed:
the kisses, the sighs of a being of whom I obssessed,
the sweet confidences of a love without equal.
On seeing the same moon that was silvery,
I feel in me born anew the old melancholy;
a thousand memories of love and sworn faith stir:
a courtyard, a roof garden, the beach, a bower,
silences and sighs, blushes of ecstasy…
Butterfly, for light and for color, a-thirsting,
in other skies and in vaster gardens, a-dreaming,
I left, while still young, my loves and my homeland,
and, without doubts, without fears, all over wandering,
I spent the April of my life in many a strange land.
And later, when I wanted, a swallow tired and worn,
to the nest of my parents and of my love, to return,
there suddenly roared a fierce, violent tempest:
it saw me with wings broken, the abode demolished,
the faith sold to others, and ruins everywhere tarnished.
Flung upon a crag of the homeland that I adore,
the future destroyed, without home, without vigor,
you come to me again! dreams of rose and gold,
the only treasure of my whole existence,
beliefs of a healthy, sincere adolescence.
You’re no longer as before, full of fire and vivacity
toasting a thousand crowns and immortality;
a serious thing found you; more your dear face:
if it is no longer as cheerful, if it is stained or dirty
on the other hand, it bears the seal of fidelity.
You offer me, o illusions, the cup of consolation,
and my youthful years you come to stir and awaken! …
thanks to you, typhoon; thanks, o squalls of heaven,
that at good time you knew to cut my flight uncertain,
only to hurl me upon the bosom of my natal nation.
By a spacious beach of fine and soft sand
and at the foot of a green-covered mountain,
I found in my country haven under pleasant woodland,
and tranquility serene in its shady forest stand,
rest for my brain, silence for my pain.